7 pueblos del Pirineo aragonés que recomendamos visitar

El Pirineo aragonés es una de las áreas de montaña más bellas de España, que guarda, entre valles y montes, espacios naturales de enorme valor. Aquí, disfrutar del entorno es sencillo porque cascadas, lagos, praderas y pueblos que mantienen las características de la arquitectura pirenaica crean estampas difíciles de olvidar.

En comarcas como La Ribagorza, Alto Gállego, Sobrarbe o Jacetania, los rincones mágicos se suceden, escondidos en parques naturales como el del Posset y la Madaleta, con el majestuoso pico del Aneto, o el de Ordesa y Monte Perdido.

No todo es naturaleza. En un recorrido por este paisaje privilegiado también vas a encontrar pueblos de aires medievales donde el concepto del tiempo cambia y donde vas a encontrar un sinfín de detalles para disfrutar de un entorno único. Hoy queremos viajar a 7 pueblos del Pirineo aragonés que recomendamos visitar.

Aínsa

Resulta realmente difícil seleccionar solo 7 pueblos del Pirineo aragonés recomendables para visitar, porque hay muchos más. En cualquier caso, Aínsa es uno de los más bonitos no solo del Pirineo, sino de España.

Inmersa en el Pirineo oscense, la que fuera capital del antiguo condado de Sobrarbe se eleva sobre una colina en un estratégico enclave entre los ríos, Ara y Cinca. En la zona alta la villa medieval, magníficamente conservada, se muestra en todo su esplendor.  A medida que se desciende en un agradable paseo, se llega a la Aínsa moderna, con una excelente oferta de servicios de turismo y ocio.

La villa, declarada Conjunto Histórico Artístico, es una verdadera ‘postal’ por la que caminar sin prisas disfrutando de las calles empedradas y de las antiguas casas de sólidas paredes en piedra, algunas blasonadas o con detalles que llaman la atención, como los balcones en forja, los adornos florares o los portalones en arco. La Casa Arnal y la Casa Bielsa son dos de las más interesantes

El centro neurálgico es la Plaza Mayor, una enorme y bellísima plaza porticada cuya construcción se ubica entre los siglos XII – XIII y donde se pueden apreciar, aún, vestigios de la antigua muralla.

En el paseo, en el que no puede faltar el recorrido por la calle Mayor y la calle de la Cruz, también hay que incluir la visita al castillo, en cuya torre del Homenaje se encuentra el ecomuseo de la Fauna Pirenaica, y la iglesia de Santa María, considerada uno de los mejores ejemplos de arte románico de Aragón.

Sallent de Gállego

A 1350 metros sobre el nivel del mar y en la cabecera del maravilloso valle del Tena, se encuentra Sallent de Gállego, a la sombra de la escarpada Peña Foratata.

La pequeña villa es un encantador ejemplo de arquitectura pirenaica, con casas en piedra y pizarra que se alzan pendientes del curso del río Aguas Limpias que atraviesa la localidad.

Además de disfrutar del extraordinario entorno natural del norte de la provincia de Huesca, hay que recorrer las coquetas calles del pueblo para descubrir algunos de los rincones más bellos.

El llamado Puente del Paco, que cruza el río, es la estampa que recoge el encanto del lugar, pero la visita guarda otras muchas sorpresas. El triple arco del siglo X que se encuentra en la plaza del valle del Tena, la estatua a tamaño real del conocido como el gigante de Sallent, vecino ilustre famoso en todo el Pirineo por sus 2,29 metros de altura, el curioso mentidero local y  la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, son una pequeña muestra de los tesoros que esconde Sallent de Gállego.

Benasque

Senderismo, trekking, esquí, escalada… la naturaleza envuelve la localidad y la ha convertido en un importante centro de turismo activo, con excelentes infraestructuras para disfrutar todo el año de un sinfín de actividades, pero Benasque sigue conservando la belleza de un pueblo de alta montaña que guarda una de las villas medievales más bonitas del Pirineo aragonés.

Capital histórica del valle del que toma el nombre, pasear por el casco histórico es una delicia. En la orilla izquierda del río Ésera y a 1138 metros de altitud, Benasque sorprende con sus calles estrechas y empedradas donde se aprecian las mansiones señoriales renacentistas, con sus escudos y heráldicas, junto antiguas arcadas góticas y casas tradicionales pirenaicas.

Especial atención merecen el palacio de los Condes de Ribagorza, la casa Juste, con su torre almenada de 18 metros, o la Iglesia de Santa María, una bella construcción en la que el posible contemplar el paso de la arquitectura románica a la gótica.

Broto

Mucho menos conocido que Benasque, Broto es también un lugar mágico del Pirineo aragonés, perfecto para realizar distintas excursiones y descubrir el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

El pequeño pueblo se expande a orillas del río Ara, que forma parte de su particular paisaje. En la zona más alta, se encuentra la iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XVI, y junto a ella, la llamada Casa del Valle con su torre defensiva que sirvió de cárcel siglos atrás.

Villas medievales y arquitectura tradicional de alta montaña se unen en algunos de los pueblos más bellos del Pirineo aragonés

Broto es un lugar tranquilo donde disfrutar de la naturaleza y contemplar el macizo calcáreo más alto de Europa, con el Monte Perdido como estandarte. Además, es el punto perfecto para dar un paseo hasta la cercana cascada de Sorrosal que, con su caída de 80 metros, no deja de sorprender a quien la visita.

Tella

En la comarca del Sobrarbe, cerca del nacimiento del río Yaga, se encuentra el pequeño pueblo de Tella ofreciendo sus espléndidas vistas del valle del Cinca y de los macizos montañosos cercanos.

Las casas de típica piedra y chimeneas de curiosa forma de embudo invertido, conocidas popularmente como espantabrujas, diseñan la silueta de esta localidad envuelta en un halo de leyenda y misterio.

La visita puede comenzar en la Casa del Molino (centro de visitantes) y luego toca dejarse llevar por la magia de este lugar inmerso en la alta montaña pirenaica descubriendo los mil detalles que guarda.

Desde Tella, además, se puede hacer la ruta circular de las tres ermitas: San Juan y San Pablo, Virgen de Fajanillas y Virgen de la Peña, en un paseo por la historia que ofrece una visión única de los paisajes del Alto Aragón. Interesante resulta también acercarte al Dolmen de Tella o visitar el yacimiento de la Cueva del Oso Cavernario.

Ansó

Ansó es, sin duda, una de las localidades más bonitas del Pirineo aragonés. La antigua villa medieval, magníficamente conservada, es Conjunto Histórico Artístico y pasear por sus calles empedradas permite viajar a épocas pasadas.

La arquitectura tradicional es protagonista absoluta, con casonas en piedra, madera y forma, separadas entre sí por los llamados callizos, diminutos callejones que marcaban sus lindes.

En la comarca de la Jacetania, Ansó sorprende con un entorno natural sublime, marcado por los valles de Ansó y Hecho y con un casco histórico donde el tiempo parece haberse detenido. En el recorrido hay que incluir la iglesia de San Pedro, con un bello retablo barroco y también la ermita de Santa Bárbara donde se puede visitar el curioso Museo del Traje Típico Ansotano.

Torla

Se dice de ella que es el lugar perfecto para descubrir la riqueza natural que guarda el valle de Ordesa y, además, se trata de un pueblo que conserva en su trazado la esencia de lo que fue (y es) una villa pirenaica.

Junto al río Ara y mirando de frente al pico Mondarruego, Torla transmite encanto en cada una de sus calles y plazoletas empedradas. En el paseo se aprecian antiguas casonas señoriales como la Casa Oliván y la casa Viú y coronando el pueblo se alza la Iglesia – fortaleza del Salvador.

Desde Torla, se pueden hacer un sinfín de rutas de senderismo para descubrir la pradera de Ordesa y, también, acercarte a la espectacular cascada de la Cola de Caballo.